Presta mucha atención a tu cuerpo. Al principio, no estás acostumbrado al ayuno.
Si solo es por el cambio, intenta aguantar la semana y, después, evalúa la semana en consecuencia. Si el malestar se debe a razones físicas, interrumpe el ayuno y consulta a un médico si fuera necesario.
Vuelve a empezar cuando te sientas con ganas.