En la mayoría de los casos, no se trata de un hambre físico real, solo es nuestra mente tratando de jugarnos una mala pasada.
Bebe enseguida un gran vaso de agua. Distráete. Lee algo, sal a dar un paseo o mira alguna película interesante.
El hambre viene en oleadas, después de poco tiempo vuelve a desaparecer. El secreto está en perseverar.
Asegúrate de comer alimentos saludables y limitar tu consumo de azúcar durante los horarios de comida. Eso también previene los ataques de ansiedad por comer.